Me encantaba oír como esa frase salía de la boca de un compañero de trabajo, años atrás «¿Quién dijo miedo?»
Mucho he aprendido acerca del miedo desde entonces. Lo que más me ha sorprendido ha sido la perspectiva de poder conversar con tus miedos como quien se sienta a charlar con su mejor amigo. Mi primera experiencia surgió con un libro de ejercicios muy divertido, escrito por Katherine Q. Revoir; ella sugería que invitaras a tus miedos a tomar un té y mantuvieses una charla amena con ellos. Una propuesta muy simpática, desde luego. De esa forma pude comprobar que cuando nos abrimos a aceptar nuevas perspectivas en nuestra manera de ver la vida parece que, de repente, toda nuestra existencia se amplía y así, nuestros principales miedos se empequeñecen en esa nueva realidad.
De hecho, tan solo por preguntar ¿Quién dijo miedo? nos hace sacar un pecho de pavo, un «echar pálante» que nos llena de coraje y hace que afrontemos ese miedo que parece querer bloquearnos, para luego descubrir que tampoco era para tanto y, sin embargo, de no haberlo confrontado se habría convertido en una barrera de grandes dimensiones en nuestra vida.
Aún así me gustaría que te abrieras a la perspectiva de dejar de ver al miedo como «el enemigo público número uno» ¿Qué tal si el miedo fuese tu mejor aliado para dejar salir tu máximo potencial? ¿Qué tal si fuese ese gran regalo de enorme lazada que siempre habías deseado recibir? ¿Qué tal si fuese un escudo de oro que te protege ante peligros inminentes? y ¿Qué tal si lo cogieses de la mano y le permitieses acompañarte en el camino, junto a ti, sin menospreciarlo ni magnificarlo, sólo dejarlo acompañarte y escucharlo? Escucharlo como escucharías al mejor de tus consejeros.
Creo que descubrirías una nueva fuerza interior y energía como para comerte el mundo, si te lo propusieras.
Pilar Méndez
Holistic Health Coach